Sábado después de un Viernes Santo. Para cualquier portador el día después de una procesión siempre es diferente. Tienes, simplificando mucho, el cuerpo "raro", una mezcla de cansancio, bajón anímico y dolor muscular. Eso es lo normal pero hoy todo se acentúa tras el accidente que sufrió anoche nuestra imagen cuando entró en la plaza de la Seo. Los detalles de lo ocurrido los tenéis en el blog de la Dolorosa.
El día de ayer empezó con la procesión de la mañana. Una procesión larga, que es la ocasión para saludar, a lo mejor desde hace un año, a compañeros de tu cofradía y de otras. Lamento declarar que soy de lo que me gusta aprovechar la procesión para hablar con mis compañeros de desfile, hablar de la cofradía, de la Semana Santa, de fútbol o de economía, de familia y ausentes. Este año tuve menos tiempo porque una inoportuna y corta lluvia precipitó la decisión de acortar la procesión. Descansé n poco en casa. Después de la procesión visita a la iglesia para ver a decoración floral de la Vírgen. Comida familiar y poco descanso. A las cinco ya en la iglesia para el via crucis y preparar la imagen. Y las seis, tras unos preparativos que nunca son sencillos, camino de la Seu, con la Vírgen sobre el carro.
Esta año decidimos entrarla en a plaza de la Seu sobre los hombros. Paramos en la botica central, la quitamos del carro, la cargamos y entramos, escoltados por la banda de tambores, incansables durante toda la procesión, con la imagen sobre nuestros hombros. Barra trasera derecha, cuarto desde caja. Me gusta ir detrás. Primer test satisfactorio.
Tiempo de espera un nuestro lugar tradicional, acordándonos aún de cuando nuestra entrada por Sant Domènech procedentes de Sant Agustí. Fue una espera entretenida porque varios medios me pidieron la crónica del Olímpic. Solo pude enviarles desde el teléfono móvil por correo electrónico la que escribí el jueves por la noche. Les dije que no podía hacer más, que iba con vesta y estaba a punto de empezar una procesión. Mi mujer tuvo que enviar una crónica desde casa porque tengo los dedos gordos y la borré de mi móvil. Y tras el Cristo de la Palma, nosotros.
Te pones la capucha, suena la matraca, te colocas bajo la barra, suena de nuevo la matraca, empujas hacia arriba, esperas el tirón que marca el paso y avanzas. Esta operación, y la inversa, se repite una y otra pero, cada vez, con una menor carga en tu batería.
Ir con el rostro tapado, mirando desde unos pequeños orificios en tu capucha, con esa sensación permanente sobre tu hombro, una carga seca, unas veces más liviana y cómoda, otras tan intensa que te hunde la costillas; ver los rostros, como un "voyeur", del público, de las camareras de tu cofradía, del clavario y clavariesa, ver la devoción y el respeto en muchos ojos, pasar junto a gente conocida y no saludarla por estar metido en tu cometido, agachar la cabeza, cerrar incluso a veces los ojos y seguir aguantando, caminando, con tu vesta recogida en una mano que se apoya en el hombro libre de tu compañero, en silencio, escuchando los tambores, en el caso de ayer casi siempre los de la cofradía de la Camilla, tambores que en buena parte del recorrido nos sirvieron de marcador de paso. Son mucha procesiones y he aprendido, pese al esfuerzo, a disfrutar de la tarea de ser portador. Me gusta que la barra (ayer con seis y a veces con siete miembros) la consideremos como un equipo, que tratemos de buscar la mejor combinación para hacer más llevadero el camino. Ayer fue, como casi siempre, relativamente cómodo hasta la plaça de bassa, incómodo hasta Sant Jaume y terrible desde allí hasta la Seu. Casi siempre es el momento más difícil cuando todos estamos más cansados y cuando ves que el Cristo de la Palma se aleja y que estás "cortando" la procesión al cansancio se une la ansiedad, mala compañía.
Lo de ayer fue un accidente, algo que no se puede prever. Tras el accidente, luego, en la sede, después de solventar el paso de la anda dañada al interior de la iglesia, después de cambiarla al anda grande, de guardar enseres llega el intercambio de hechos que, por separado, a lo mejor, no tienen demasiado valor, pero juntos desembocaron, al menos eso era lo que pensábamos los que hablamos, en el accidente. La barra derecha excesivamente curvada desde el inicio, crujidos, que fuera la barra que antes quemara a los portadores..,detalles que comentamos después.
Estoy ahora en el sofá. He leído con atención el comentario de Miguel Mira en el blog de Nazareno. Me ha recordado esos aplausos espontáneos cuando la imagen se alzó en la Seu, el lloro de la joven de la muleta que vivió más cerca lo ocurrido. Leo con atención los comentarios en las redes sociales. Recuerdo la palabras anoche y esta mañana de cofrades de otras cofradías. Me ha hecho pensar lo que puedo haber sido y no ha sido por suerte para todos, de como la misma Vírgen nos ayudó.
No ha sido un Viernes Santo cualquiera y habrá cosas que cambiarán para el futuro. Todo tenemos que aprender. En la cofradía vamos a abrir nuestro propio debate sobre lo ocurrido y sobre si hay que renunciar de momento, a que nuestra imagen salga sobre nuestros hombros. Yo espero seguir haciéndolo.
Un gran aplauso a tod@s l@s Portadores.
ResponderEliminarComparto casi todas tus sensaciones, algunas con matices diferentes. Más de 20 años bajo las barras de la Dolorosa, siempre en la parte de detrás (algunos menos que tú, pues ya te veía cuando con 15 años me acercaba a ver si había algún hueco en la barra en San Agustín y me tenía que conformar con que mi padre me dejara llevar la Virgen un ratito, que siempre era demasiado corto, durante la procesión.
ResponderEliminarMe da miedo y pena pensar que, siempre con buena fe, (al menos los cada vez mas pocos que estamos pendientes de la Virgen durante todo el año y aun si menos de lo que deberíamos), nos hayamos podido equivocar y no haber hecho una lectura correcta de como ha evolucionado (para bien y para mal) la Semana Santa Setabense y la participación en sus cofradías.
Más de 200 años tiene esta imagen,reconstruida en 1947 con el rostro de la Madre original y otros elementos, y no hay constancia escrita (aunque puede que se haya perdido) de caida ni de incidente grave alguno de la imagen. Puede también que la Virgen nos esté avisando que hay que redoblar los esfuerzos, preparar un poco mejor las cosas e implicar a más gente para cumplir con una tradición centenaria una vez al año. No es mucho lo que pide.
Siempre me quedará la esperanza de que hay gente joven, motivada para sacar a hombros a la Dolorosa el Viernes Santo como se ha hecho durante tantos años, y que queda todo un año para prepararlo bien y hacerlo más fácil y sencillo de lo que ahora es. Tras las crisis vuelven los periodos de esplendor (solo hay que ver lo que ha conseguido la cofradía del Señor de la Columna en pocos años prácticamente desde la nada. Intento aferrarme a la creencia de que algunos pocos portadores jóvenes pueden, con su pasión por la Virgen, volver, con su iniciativa, a encender la llama y crear un grupo estable y comprometido para mostrar con dignidad por las calles de Xàtiva el ejemplo de superación del dolor de la Madre por su Hijo muerto. Hay que ponerse manos a la obra para no malograr el legado y el esfuerzo de generaciones de monjes agustinos,cofrades, cofradesas y setabenses, y, al mismo tiempo, darle inmensas gracias a la Madre y a todos los que desinteresadamente colaboraron para evitar una desgracia el Viernes Santo en la plaza de la Seu.
un cofrade portador.
Me apunto y hago mías también todas tus reflexiones y tus dudas. Tal vez con esa propuesta de reunirnos el último viernes de cada mes para cenar en la sede consigamos hablar más de nuestra cofradía, recoger más propuestas e intentar poner en marcha nuevas iniciativas. Me siento orgulloso de nuestra cofradía pero el orgullo no nos debe impedir explorar nuevas propuestas ni tampoco hacer un buen autoexamen. Nos vemos.
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